Vacilando en una suave música,
La noche se hizo dueña.
Bajo su cielo adopto mis sueños,
Bajo su sereno abrigo mi alma.
Vacilando en una suave música,
La noche se creyó dueña,
Con sus luces adorno mis sueños,
Con sus vientos afino mis voces.
Y cuando al fin llegue la mañana
No tendré mas mi noche,
Serán mis ojos huérfanos de oscuridad,
Y mi alma joven dormirá.
En el ruido de la actividad
Buscare un solo silencio
Que me permita escuchar el grito
De la noche, de mi noche que vuelve
Y me saluda.