Allá, lejos de la
vanidad
un hombre danzaba con
las montañas,
sus ojos leían los
mensajes ocultos,
nunca creyó en
promesas
No creyó en promociones.
Sus oídos filtraban
el viento,
Encontró en las voces
silenciosas
Respuestas, también tormentos,
Escucho a su madre
pedir el pan
Y a su padre
masticarlo.
Su tacto transformó
el terciopelo en mascota,
Hizo de las caricias
un arado,
Un cultivo de frutos
ausentes, distantes,
Una cosecha de
orfandad.
Su casa, su cuerpo,
su alma, su cuerpo,
Su casa,
Un él sin nosotros,
allá lejos de la vanidad un hombre danzaba
Con las montañas.