lunes, 11 de julio de 2011

Buenas, Buenas, mi nombre es... - Por: Juan Pablo Marín Jiménez.

Buenas, buenas, mi nombre es Arnol Pez vivo en una pecera, mi nombre rima con pecera pues soy un pez que vive en una pecera. en fin yo ya me presenté, sigues tú, bueno no importa tu nombre, con tantos que somos no creo que me lo aprenda, ¿qué quién soy yo? pues yo soy un pez que se pega al vidrio de la pecera y pasa toda su vida, ¡pues limpiando la pecera! He notado que en este lugar hay muchos más peces que antes, mira ya no hay por donde mover nuestra aleta caudal, cada día hay menos comida y más mierda, más peces, menos agua, más casas donde dormir ¡ah perdón ! verdad que somos peces y dormimos en cualquier lugar, ¡ja! lugar aquí ya no hay, mire allí una construcción y a su lado hay otra y otra y otra y otra y otra, no entiendo para qué esas construcciones si nosotros como peces no hacemos nada y pasan las burbujas y no hacemos nada ¡ah perdón! verdad que nosotros no hacemos "nada" sino "nadar".

Vos me caes muy bien ¿que porqué? porque vos me escuchás no como esos otros que se pasan la vida de acá pa' allá de allá pa' acá de acá pa' allá ¡ja! parecen como si lo llevaran las olas ¡ah verdad! que estamos en una pecera; bueno me tengo que ir ya es la hora de volver a trabajar, ¡espera un momento!, ¡te digo un secreto!, "por el lado norte se está rajando la pecera, pero que quede entre nosotros, entre pez y roca, me entiendes"

Chao, Chaoooo.

Chapolas Negras - Por: Ivan López Cardona.

Sólo unas horas después de que José Asunción Silva perforara la nívea almohada de fino edredón puesta sobre su pecho en el sitio de su corazón de poeta, con un certero disparo, una mariposa negra agonizaba sobre el alero de su casona en el tradicional barrio de la Candelaria de Santafe de Bogota...Estaba cansada de pertenecer al siglo XIX y al desencanto de la poesía finisecular, triste al no tener una existencia propia y de ser un objeto más clavado en el mariposario de la historia de la literatura, agotada y en vía de extinción por su condición de metáfora, y se iba sola, iba sola, iba sola por la historia, solitaria....  

lunes, 11 de abril de 2011

El Taller de la.... - Por: Bernardo Ángel.

Es curiosa la vida de algunos seres humanos, una vez un hombre estaba en un almacén de cadena en un sector ostentoso de Medellín, el hombre estaba consternado por que al entrar al local encontró que en sus estanterías no había nada, sin embargo la gente hacia largas filas en las cajas para pagar. El hombre estaba asustado por que la gente se veía alegre en este supermercado de rayas amarillas y negras, el hombre quedo en suspenso cuando abrió una de las llaves del negocio para tomar agua ¿por que tomar del acueducto municipal estando en el mercado? Simplemente por que era el mercado de la nada... De las llave no salió agua… salió Coca-Cola, imagínense ustedes Coca-Cola fría en todas los tubos del acueducto y en todas las calles, en todas las pilas de los parques dormidos. Yo vigilaba en silencio cada uno de los pasos del señor, cuando saco de su bolsillo un celular y marco un numero, espero con calma a que le respondieran al otro lado de red invisible imperceptible a nuestro mundo de los sentidos, en este momento el hombre dice con su voz fuerte "hola mi vida, estoy por acá en... No recuerdo el nombre del lugar" respondí para mis adentros, Belén. Precisamente había acabado de despertar de un profundo sueño en el cual me disguste con uno de mis compañeros de trabajo, por que le debía recibir el turno a las dos de la tarde de sol radiante y yo llague a eso de las cinco cuando el sol muere tras las montañas verdes e imponentes, nada que no se pueda solucionar con el sabor de un tinto y el humo de un cigarrillo, esa noche fui perseguido por encontrarme unas cuantas monedas de doscientos pesos y un par de cien pesos, en la huida del lugar caí en un viejo taller de mecánica deshabitado, posiblemente sus dueños se habían ido para otro país, no había nada, solo grasa de carro en el piso de tierra. No descubrí nada extraño en aquel viejo y sucio taller, lo mas fijo que usaban Coca-Cola para aflojar tornillos por que había cantidad de embases por todos los lados o también podría ser el sitio donde la conectaban al acueducto del municipio. Ya al despertar mande todo al carajo, al almacén donde no vendían nada, a la coca-cola por las tuberías, a las monedas por las cuales había sido perseguido, al disgusto con mi compañero de oficina... ¡Ah! todo el sueño lo recogí de mi memoria y lo deje libre, mientras tanto me bañe, me vestí, desayune y me fui al trabajo, para continuar con mi vida normalmente.

martes, 5 de abril de 2011

Silencio, trato de tomarme un tinto - Por: J. Andrés Jiménez Rodas.

Lugar: la esquina de la pulmonía. La hora: cuando el sol se posa directamente sobre las cabezas. El personaje: un hombre, alto y delgado. Un pantalón de paño gris inusualmente calzado con sandalias. Una camisa leñadora de cuadros negros, grises y blancos bordados con delgadas líneas verdes. Sobre esta camisa una chaqueta azul oscura entre abierta. Subiendo por su cuello descubro una pañoleta vino tinto que oculta su tráquea. De su rostro cuelga una barba blanca y sobresale una nariz quijotesca debajo de unos ojos hundidos. Su expresión es plana y en ocasiones me descubre. Su cabello se recoge con una sutil cola que desde abajo mira la boina de dril color café que recubre su coronilla.


El llega, antes de sentarse alza su mano con un ademan casi real y con su boca gesticula su deseo. Más tarde la mujer que atiende en aquel café le sirve un tinto acompañado con un chocolate. El, con sus dedos largos y delgados toma el chocolate y lo deposita al interior del pocillo con un toque creador. Con la cuchara en mano lo disuelve e inicia el proceso de vaciado.


Desde mi mesa puedo ver que no habla, que todo lo que tiene que decir lo dicen sus ojos, su expresión roída quien sabe por qué circunstancias. Pareciera que deseara que todo estuviera en un silencio tan natural y obligado como el suyo, mira de aquí para allá y se concentra en todo aquello que lo perturba. Me intimida, me mira de vez en vez como si supiera que mi lapicero trataba de describirlo. Disimulo y lanzo el lapicero al suelo para tener un descanso. El ruido en el ambiente aumenta, cientos de niños salen del teatro que comparte cuadra con la pulmonía, todos con sus jóvenes voces aúllan su hambre, las busetas empiezan la repartición de los cuerpos en cada una de las casas, un pareja pasa peleando y gritándose, los banqueros quienes curiosamente llevan pinta de vendedores de biblias suben y bajan en busca del lugar de sus almuerzos. Un carro mas, una moto, un freno en seco, un transeúnte que vocifera por su teléfono móvil todo lo referente a su futuro. La cabeza de nuestro personaje parece ir de un lado a otro mirando todos estos focos de perturbación, cada vez con más intensidad, como si le dijera al mundo que no, como si quisiera silenciar al mundo.


Es entonces cuando se para abruptamente y alza el mentón para gritarle a todo el mundo: “silencio, estoy tratando de tomarme un tinto”. Todos quienes pasaban en este momento por esta esquina, incluyéndome no pudimos hacer más que cerrar nuestras bocas, silenciar nuestro pensamiento y mirara atónitos cómo este mudo de pantalón y sandalias se sentaba para no hablar nunca más.

martes, 8 de marzo de 2011

Protesta - Por: J. Andrés Jiménez Rodas.

De las cenizas nace un día,
De las lagrimas crece vida,
Suave sortilegio de un espíritu
Que despierta, selectivo tornado
De fuego, corriente de agua,
Cáliz de sangre.

Cuerpo dibujado con emoción,
Un hilo delgado que se surca como
Magia, una luciérnaga que te cobija
Y te juzga, valquiria,
guerrera de suaves Armas.

Fiesta han hecho tu protesta,
Comercio tus sueños,
Pero en los bacanales de babilonia
Tú sigues siendo esperanza.

MUJER HOY ES EL DIA DE TUS DERECHOS.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Noche - Por: J. Andrés Jiménez Rodas.

Vacilando en una suave música,
La noche se hizo dueña.
Bajo su cielo adopto mis sueños,
Bajo su sereno abrigo mi alma.

Vacilando en una suave música,
La noche se creyó dueña,
Con sus luces adorno mis sueños,
Con sus vientos afino mis voces.

Y cuando al fin llegue la mañana
No tendré mas mi noche,
Serán mis ojos huérfanos de oscuridad,
Y mi alma joven dormirá.

En el ruido de la actividad
Buscare un solo silencio
Que me permita escuchar el grito
De la noche, de mi noche que vuelve
Y me saluda.

domingo, 16 de enero de 2011

Un segundo - Por: J. Andrés Jiménez Rodas.

Un segundo y uno dos tres,
un tango nostálgico en noches de fiesta,
una voz de cigarrillo que lucha con los acordes
y con un gran suspiro logra 
mediocremente hacerse entender.

Uno dos y tres, 
pasos contados de noches inesperadas, 
uno dos y tres, 
un compas más como consuelo de nostalgias, 
como asentó de preguntas, 
y te preguntas: ¿Quién fuera? 

Y el ruiseñor de Silvio muere con Gardel, 
y cual mendigo en media noche 
con tu frente marchita sirves una copa más 
y aunque no la tomas esta ya te embriago.

Y rara vez escribo un segundo a una única 
y de hacerlo me cuestiono, 
y la cuestión no tiene solución 
más que manos traviesas que solo se mueven en el aire. 

Y si alguna pregunta valida puede salir de todo esto 
será la que me robe una respuesta 
pues con corazones cerrados y labios abiertos 
solo queda acariciar el murmullo de la noche que te dice 

¿Qué será de él, que será de ella?

jueves, 6 de enero de 2011

16 Años. Por: J. Andres Jiménez Rodas.

Rayos de sol, promesas de agua refrescante, 
20 Marlboros, Alcohol embriagador, 
drogas y algo más, 
mil estímulos pero solo una tentación guiada por la ignorancia, 
un desconocimiento que más que perturbador es sanador,
 lejos de prejuicios y de juicios 
que dejan al final de un beso un abrazo y mejillas encontradas.

Y un rap sin razón social y una guitarra sorda,
 martillo de tormentas, de las que rompen promesas,
 un recuerdo que se hace inevitable y un deseo oculto
 detrás de las palabras una noche y no más.

Cinco años de diferencia se acercan solo a través de un beso 
y se alejan solo con razón
veinte pasos al sur y un motor encendido, 
la última canción y el sueño domina,
 ni un numero ni una dirección,
 solo el destino que hace de forjador.

Un cafe y un Cigarrillo