lunes, 24 de mayo de 2010

EL ULTIMO VAGÓN EN LA LLANURA Por: Bernardo Ángel.

El tren avanza en su carrilera con destino a un lugar lejano... voy a dormir en un vagón mientras llego a la estación del fin del mundo, allí a mi lado dos sombras se cobijan con sus cuerpos, protegiéndose del frio matutino, dos sombras que se encuentran y se abrazan, dos sombras que se encuentran y se amordazan, dos sombras que se buscan y se encuentran en medio de la luz apagada del vagón que me aleja de mi edad cromosómica, en el vagón el silencio es penumbra pero las dos sombras siguen impávidas... ¿de quien serán las sombras? ¿Del asesino y la muerte? ¿O del amor y el regocijo?... que orgasmo mental... soy único y me inspiran la llanura de su cuerpo y el tren en el que lo recorro... un tren sin rumbo fijo es como un cuerpo seco a la deriva, voy en el tren de la vida así como mi vida va en el tren del olvido. El tren se dirige a la verde llanura donde su funde el verde, verde de los arboles y el azul, azul intenso del cielo.

Es en esa verde llanura por donde se pasea una mujer, de cabellos ondulados, de sueños indescifrables, de cuerpo valiente, de alma pura y corazón limpio. Por la verde llanura va una mujer con pasos firmes y mirada profunda. Es en esa verde llanura donde me he perdido, y me he topado con sus sueños en lo hondo de la inmensidad, es allí donde mi cuerpo pareciera mas solido, es en la llanura de su espalda donde mi fe reposa, mis delirios se hacen hondos y mi cabeza se empina en busca de sus labios fugitivos.

La llanura lleva secretos, la llanura se traga a la majestuosidad de su cuerpo perfecto humeral de sueños encontrados y de historias indescifrables, de esos sueños que soñamos despiertos en el claro oscuro del día de lluvia que se traga la llanura, así como la manzana pecadora de Eva nos lleva al otro mundo.

Es en la llanura donde descubro el paraíso tras las ramas de su fértil cuerpo, la llanura en su cintura se hace mas extensa y me arrastra a una sombra inmemorial, donde el pecado es encarnado de sabores y aromas exquisitos, la llanura en su cuerpo se pierde en mis ojos como cual Adán se pierde tras la respiración de su Eva. La llanura amenaza con la ternura de sus labios en mi espina dorsal, donde reposa un vertiginoso efluvio de canciones y versos compuestos para ella que me espera en silencio. La llanura verde amenaza el ritmo del tren que avanza, pareciera tragársela por completo. El tren desafía a la verde llanura queriendo llevársela en uno de sus vagones, la llanura quieta al paso devastador del tren.

Yo miro de reojo al gran espejo de la estación en el fin del mundo donde esperan las ansias, donde la llanura se hace infinita y el se hace corazón valiente al grito del guerrero que firme espera el paso de los años, con el rostro longevo de tanto ir y venir como el viento, lleva entre sus alas el viento cortado de sus derrotas, termina una historia y la otra sin empezar, de su ombligo de luna cuelga un arete prehistórico, en su cerebro sus sueños juegan a soñar, en una mano, una historia y en la otra una copa, en sus cabellos una canción que se toca con el viento, en sus pies una poesía que se entona, en su boca un panal que se enciende, en su vientre una orquesta que no para...

Que paz... Que silencio entre mis labios, que ardor en mis manos que no dejan de rosar la sombra, que paño tibio el que cubre mi frío de soledad, ¿que amparo triste cuelga en mis orejas como anillo de hojalata?, ¿Quien vendrá por mi alma esta noche hilvana? ¿Quien se ira tras mis sueños que no paran? ¿Hay alguien aquí? pues solo las respuestas bastan para dar alivio a mi alma... ¿Quien vendrá esta noche por esta ventana que me arrastra?

La llanura y el tren juegan incasablemente entre las ramas de los olivos, entre las flores de los guayacanes que se encienden en luces amarillas casi fluorescentes, terminado abril y empezando mayo, únicos meses del año que estos arboles dejan preñados el piso con su olor, con su olvido como cada vez que el tren pasa por la llanura verde perfumada por el olor a mujer, por el fresco olor que dejan las alondras, en esa piel de mujer y aroma inmortal.

Ya terminado el viaje sin fin, recojo las maletas entre las sombras que me acompañaron en el silencioso viaje por la llanura, así como el guerrero empuña su espada al comienzo de batalla. En la estación se pasea un niño prendido del brazo de su madre, así como en mi mente viaja ella cuando la vi por vez primera en la llanura.

El tren la llanura se encuentran y se amordazan como el par de sombras del vagón en el cual yo viajaba, la llanura abraza al tren como el niño en la estación abraza la mano de su madre, el tren la llanura se pierden en los ojos del anciano de la estación que quiso ir a la guerra.

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