domingo, 2 de mayo de 2010

PECADO Y VERDAD. Por: Jorge Andrés Jiménez Rodas.

Asesíname con tu cuerpo, arrástrame por los pasillos de la muerte mientras dices cosas a mi oído, tortúrame con tu mirada nerviosa, destroza mi cuerpo con tus demonios, ciégame con tu sonrisa, penetra mi costado con tus manos, crucifícame con tu sufrimiento, entrégame a los jueces de la vida, para que acusen a mi alma, y tu, se testiga de los cargos que me imputan, escucha como me declaran culpable, de haber robado inspiración de tu delicado cuerpo, de intentar robar los muebles viejos de tu corazón, de intentar secuestrar tu sonrisa en los rincones de mi mente, de querer cambiar las pilas de tu confianza, de dejar miles de rosas en tus sueños, de capturar tu recuerdo, de torturarte con mis palabras, de llegar en un momento no tan adecuado, de querer ser dueño de tus pensamientos, de salir a caminar con tus ganas de dormir, de embriagarte a la distancia, de perturbar tus paz en el torbellino, de navegar por las aguas prohibidas, de hacer mares dulces en tu nombre, de alucinar con tu figura, de fumar en espacios donde otros son dueños, de incitar al pecado y a la verdad, de callar mientras me hablan, de suicidarme y ver el humo tu figura danzante, de despreciar a quienes me buscan, de reclamar las letras que el amor antes me había quitado.
Tu se testiga de mis pecados y mi condena, se motivo de continuar, se motivo de los motivos, se espejo de lo oculto, se espectadora de mi parodia, de mi alma, que si es condenada a muerte, es porque por verte sonreír moriría, por ahogar mis manos en las tuyas, seria altruista, por ser Don Juan de Marco blasfemaría y para que esta no sean mis últimas letras, escaparía de la prisión, del limbo para ser juzgado nuevamente.

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Un cafe y un Cigarrillo